domingo, 5 de enero de 2014

Si estás mal, acéptalo. Estás en tu derecho. Levántate. También acepta estar bien. Bien y mal pasan ligeros, como el viento.
Si algo se cae, levántalo. Sé arquitecto del edificio más colosal, y ten presente que también, algún día, verás sus añicos. 
Los lazos no son cadenas. Amigate con tu soledad, que es el premio más grande que te regala la vida. Nunca estás solo.
Si tienes que caminar, camina, hasta que tus pies sangren. Si tienes que quedarte, echa raíces. Pero nunca te olvides de caminar o echar raíces hacia adentro.
Investiga tan dentro tuyo como te sea posible, y verás que lo que te regalan tus ojos es la ilusión más dulce. Observa, y sin interferir, toma parte.
Destruye tu pasado, y así podrás maravillarte observándolo, no viviéndolo.
Vive para tí, sin restricciones, y compártelo con los demás, que la esencia del momento es lo único que existe.
No te desanimés, es lo que ellos quieren. Resiste. Jamás podrán robarte tu ser.
Haz del mundo una gran familia, y entiende que todas las familias tienen conflictos.
Aprende, todos los días. La única manera de aprender es equivocándose. Ten certeza que volverás a equivocarte. Los errores y el olvido son los que nos hacen humanos. Refuerza lo que ya sabés, olvida lo que no es necesario. Perdona, perdonate, agradece.

Por sobre todas las cosas, jamás te olvides de amar. Ama tanto hasta que se destruyan los puntales que sostienen tu ego, y tan solo luego, te convertirás en el amor mismo.

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