martes, 15 de diciembre de 2009

REFLEXIONES ACERCA DE UN AÑO DE LOCURA Y ABYECCIÓN —UNO MAS Y VAN...—

Toda escritura de un epílogo significa una tarea trabajosa. Es una realidad redundante, innegable. Tratándose de la síntesis final de algo, el triunfo de esta empresa demanda factores claves que no pueden prescindirse durante la faena: recopilación, análisis y, finalmente, elaboración. Tres pilares fundamentales de los cuales este texto carecerá rotundamente, por el simple y cruel hecho de que, en todo de lo que va del año, ni siquiera escribí dos renglones de un posible prólogo.
Pero, de todas formas —y esto ha quedado demostrado en varias ocasiones—, uno puede llegar a ser bastante certero aun pese a la poca preparación de lo que intenta llevar a cabo, sin necesariamente dejar plasmado algo aborrecible en el intento. Quizás esta sea la excepción, pero que va, sin lugar a dudas es la manera más divertida hacerlo.
Esta reflexión —si puede llamarse así— de este año que pasó no escapa de estos canones de improvisación, pero me parece una buena forma de cerrar esta temporada literaria de La Casita del Vasco —sin pena ni gloria— debido a que, mezlca de mi embotamiento cerebral, mi pereza y mi éxtasis respecto a las cosas que están por venir, no volveré a postear por un lapso de tiempo indeterminado.
En principio, es bueno aclarar que me cuesta mucho sufrir la densidad temporal igual que el resto de la gente: aunque no estoy totalmente excento de la sensación de que los años se me pasan cada vez más rápido —muy en parte por la noción innata y colectiva del tiempo—, cómo si realmente el reloj hubiera adoptado una actitud totalmente sádica hacia nuestros cronómetros biológicos, de todas maneras me cuesta mucho hacer retrospección y pensar y añorar minuciosamente todas las cosas que hice o dejé de hacer, tomando una medida concreta de la miríada de nimiedades y epopeyas que realicé a lo largo de 21 años. Supongo que la intoxicación sistemática de mi cerebro exacerba este proceso, encarnando el papel principal de gran contribuyente de mi indiferencia respecto al paso de los años. Dentro de lo que uno puede, es bueno desligarse un poco del eterno girar las manecillas, al menos si uno pretende no volverse un esclavo de esta mentira flagrante que configuran los calendarios.
Justo ahora, que recién me pongo a enumerar mis acciones pasadas —las de 2009, claro— con un poco más de énfasis, me doy cuenta de la cantidad de planes inverosímiles que entablé y nunca concreté, solo en algunos casos y secundado por mis adláteres en otros: venta de cocaína; viajes apócrifos a lugares apócrifos sin ningún dinero; latrocinios rocambolescos e irrealizables bajo todo punto de vista; compra de ropa en ferias de segunda para su posterior reventa en ferias de cuarta; la presunta creación de una revista de la que no queda más que el recuerdo de una larga conversa de borrachos; y muchas otras falacias que en este preciso momento no recuerdo, pero eran sin dudas igual o mucho más estrafalarias que las anteriores. Son todos planes que, inexorablemente, terminaré llevándo a cabo en uno u otro plano, para aquel que entienda la ecuanimidad que convive entre lo real y lo ficcticio; en este caso particular, la que habita en las letras.
También podría enumerar una cantidad de cosas grandiosas y pésimas que me han ocurrido, pero eso prefiero reservármelo para mi burbuja privada. Si es que alguien lee esto, no creo que le interese demasiado, y tampoco es mi intención distraer con anécdotas personales que no harían más que alejar del relato. Aunque sí me gustaría aclarar que me siento un agradecido por haber participado, directa o indirectamente en ellas.
Entonces, ¿Por qué estoy escribiendo esto? ¿Cuál es la finalidad de un texto qué intenta aglutinar todo lo acaecido en casi 365 días y retratarlo lo más fielmente posible a la realidad
—la misma que cualquier buena ficción— en la cual ocurrió? ¿Será que acaso me estaré volviendo un nostálgico? ¿Será que, finalmente, como dice el tango, toda mi vida es el ayer que me detiene en el pasado? ¿Me habrá ganado la añoranza finalmente? No, nada de eso. Es que, de manera casi automática, vaya uno a saber porque, cada vez que un nuevo año asoma la trompa, la gente entra en una especie de vorágine digna de una obra de teatro ensamblada por los internos del neuropsiquiátrico Borda que merece la pena ser retratada. Es entonces cuando se comienza con la recopilación de datos —superfluos o significantes— que configuraron nuestro año anterior y que nos da cuenta de lo efímero de su duración.
En el inconciente colectivo se instaura muy profunda la sensación de que una nueva oportunidad de comenzar es posible: no importa si se trató de un año estupendo, mediocre o espantoso; TODOS quieren que llegue el año nuevo. Se trata de una manera eficaz de parar la pelota, baldear el cerebro un poco e ilusionarse con que todo lo que viene a continuación será mejor —o no podrá ser peor—, pese a que nuestra coyuntura no sea demasiado promisoria o esperanzadora como para poder entusiasmarnos con nada. Claro está, que para algunos locos de mi estirpe, el año nuevo no es mucho más que unas cuantas botellas de licores, asado y fiesta. No puedo negar que se trata de un momento realmente agradable: para alguien que se crió en una cultura sumida en la degeneración y que aprendió a no sentirse un advenedizo en ella —al punto de sentirse cómodo en la misma—, mandar todo al carajo, y encima con un poder de justificación consensuado, es una sensación increíblemente espectacular.
Pero tampoco hay que brindar de más; no es bueno volverse un incauto con tanto tránsfuga suelto merodeando nuestro banquete.
El 2009 fue otro año bastante convulsionado de esta primera década del tercer milenio que nos toca atravesar: casi —casi, uf— presenciamos la caída de un sistema tan nefasto que termina por asfixiarse a sí mismo, cuando, como era de esperarse, los gurús de la propiedad privada salieron al rescate como saetas: no van a dejar que el nene se les caiga de los brazos tan fácilmente. Por supuesto, fiel a como nos tiene acostumbrados esta doctrina, esta auto-constricción tiene como saldo a miles de personas en una situación bastante comprometida respecto a lo que vendrá de cara al futuro.
Fuimos testigos de la ascensión del primer afro-americano electo presidente en la potencia del norte, el mismo que , paradójicamente, luego de ser galardonado con el Premio Nóbel de la Paz dispuso un nuevo envio de tropas del ejército para establecerse en sus bases en Afganistán.
Nos encontramos frente al punto límite en lo que respecta a la condición climática del planeta y parece imperativa la necesidad de empezar a tomar medidas drásticas que, de no ser tenidas en cuenta, podrían desembocar en calamidades irreversibles para nuestra vida terreste.
En nuesto país pudimos observar, por primera vez en la historia, la mayor proliferación de partidos en contra del oficialismo gracias a la indulgencia de nuestra presidenta, que empezó a gestarse a mediados del año pasado, con un episodio que duró tres meses, en el cual unos tipitos cortaban la ruta, apeándose de sus camionetas de 80 mil dólares, quejándose de que no podían vivir con lo poco que ganaban, derramando leche en la ruta, mientras los pibes villeros no tienen ni pa´ comer un sopita.
De ese riñon de la oposición, supimos del antaño ignoto empresario De Narváez, que gracias a su mediática campaña panfletaria y su elección en los comicios de mitad de año, hoy ocupa un lugar en la Legislatura de la Nación, listo para intentar privatizar hasta las medialunas junto a su querido secuaz M&M.
Por supuesto, en este final del tramo, no podemos pasar por alto la aparición del heredero de una de las empresas de chocolate más importantes de la Argentina dispuesto a patinarse un par de millones con tal de que cada vez que prendemos la caja boba no podamos evitar encontrarnos con su imponente figura intervenida quirúrgicamente no menos de un centenar de veces.
Claro, para el escéptico de turno que venía leyendo hasta aquí y se relamía con gusto, también hay buenas: la ley de medios, que posibilita, de alguna manera, la multiplicación de canales para muchas bocas que tienen algo para decir.
No. Es una época para tener la guardia arriba. El equilibrio de nuestra vida —en todo caso, el de nuestra salud mental; de todas maneras, ambas me resultan analogías compatibles—, pende de una cuerda muy angosta, y nosotros somos los funambulistas borrachos que intentamos atravesarla sobre una pileta infestada de cocodrilos en su interior.
En este momento de cambio, en este llamado preciso a la reflexión, es el tiempo exacto en el cual debemos estar más juntos que nunca. Tenemos un poder hermoso y es preciso que no lo desperdiciemos; porque no se trata del poder de una corporación, ni el poder que se retroalimenta a sí mismo de la individualidad que pregona el statu quo que nos administra como si fuéramos carne de cañón. No, no es eso. Es el poder del cambio, el halo de nuestra propia energía. La oportunidad que tenemos, de ahora en más, tomando cada nuevo día como una nueva vida, de lograr que esto cambie de una vez por todas.
Así que tenemos dos caminos: el correcto, que nos llama a armonizarnos con la naturaleza, a reconceptualizar nuestra cultura y escuchar la palabra de los sabios de antaño, que en tan perfecto equilibrio vivían con todo lo que los rodeaba; o el equivocado: empecinarnos en seguir tras nuestros triunfos individuales de subsistencia, destruyéndonos entre nosotros mismos, haciendo elucubraciones de lo que pudo haber sido y nunca ocurrió; esperando, hamacándonos en la misma vida sosa y anodina a que todo explote sin siquiera darnos cuenta que tenemos otra oportunidad. Sí, una más.
Amigos, el enemigo está ahí, en frente de nuestras narices. Depende de nosotros, solamente de nosotros, el aceptar que podemos hacer algo con lo que se nos presenta, o ser parte de otra generación perdida para seguir brindando para que lleguen los años nuevos para ver que migaja del pan dulce nos toca esta vez.
Así que no lo sé. Hay probabilidades de que la cosa cambie… o no. Quizás el mundo explote al diablo, como dicen las profecías, quien sabe…o quizás me vuelva totalmente loco, que es una posibilidad que se me baraja como bastante interesante.
No lo sé, realmente no lo sé…es esa incertidumbre la que me inquieta y me mantiene vivo. La misma que a ustedes. ¡Buen año!

martes, 1 de diciembre de 2009

Poesía para Buenos Aires

Arriba del colectivo
Espío a través de la ventanilla
Bordeando el puente Pueyrredón
Cuando a mi lado
No hay más que ojos cansados
De las 23:30
De la húmeda Bs. As
Me cuestiono
Qué es lo que se mueve
El colectivo o yo
O ambos
¿Estaré acaso en la cápsula del tiempo?
¿O es todo solamente la transitoriedad
De la materia siguiendo su flujo
Como Loco Río de Eternidad?
¿Es qué el camino nos devora
Como Cronos comiéndose a
sus hijos?
Es mi cabeza
Que me pasea por todos lados
¿Qué es lo qué te pasa Bs. As?
¿Qué te agobia tanto?
Solías soñar con los ojos
Abiertos en cada ventana
En cada librería
Bañada de polvo
Ahora te veo apagada como un neón aburrido
Ya no hay más revelaciones que descubrir
Arriba de tus colectivos
De medianoche
Cuando tu brillo es opaco
Como una corona de lata
Y tu panza está atorada
Con folletos innanes
No más revoluciones
En tus tazas de café
Sólo parloteo hueco
Y ademanes huecos
Sobre huecas mesas de algarrobo
Del Amazonas
Ah, ¡qué lástima Bs. As.!
Todavía te extraño
A pesar de nunca
Haberte conocido
Aunque la atemporalidad
De la poesía
Te desnude bajo mi añoranza
En el recuerdo de tu locura
Cuando tus tripas eran
diamantes saltarines
Bailando afiebradas
En la comparsa
más desfachatada de todas
Mientras la nitroglicerina
Se acomodaba en mi biblioteca
Agitada
¡A punto de estallar!
¡Y ahora sos tan cruel!
¿Qué te pasa Bs. As.?
Fito Paéz quiere exorcizarte
Cuando ya no hay más
ningún Yogui de culo flaco
Practicando mantras sensuales
Desnudo en la punta del obelisco
Como un pija gigante en medio
De un mar de colectivos de
Benarés
Yo recorro tus calles y me
Petrifico inconmovible
Cuando veo tu bazar
De oropeles de importación noruegos
Bs. As.
No es culpa tuya
¿Acaso son culpables los dioses del dolor
de la humanidad?
No lo sé
Quizás los profetas lo sean
Tal vez McDonalds
Tenga algo más que ver
En el asunto
Pero tampoco me importa
Starbucks ya abrió su cadena
Sobre tus calles
Va a estar bueno Bs. As.
El culo frío de Disneylandia…
¡Somos la gran esperanza blanca!
No, no te culpo Bs. As.
New York city está muy lejana
De las calles de Lanús
¿Cómo saber quién
sos cuándo Palermo
tiene cuatro
Nombres distintos y
En ninguno tiene reserva
mi olfato Rastreador
de tormentas?
Pero no te guardo rencor
Todavía puedo oler el sabor
De la sangre bullendo
A través de tus baldosas
En los escondrijos
De tus bodegones
De borrachos
Aunque mi olfato
Esté inundado
Con fragancias apagadas
Del riachuelo
Y los oídos no sean
Más que bombas
Que se detonan al otro lado
De teléfonos celulares
Cuando mis palabras
Se encuentran totalmente
Desenchufadas
Bailando en un tambor
Al otro lado del charco
Por eso te canto Bs. As.
Solo quiero verte
Llameando
Como un encendedor inquieto
Pero estás asustada
Sos presa de la historia
Atrapada entre una A y Z
Con un guión-designio
De 1945
Escrito en una base
Norteamericana
Digna de una película
De terror clase B
Es el abecedario del miedo
Hey! Bs. As.
Dejá que bese
Toda tu medrosa herida
Con mi boca aterciopelada
Sé amable y
Correspondé a mis caricias
Con una sonrisa
De tus dientes
De cemento
Y nuevamente un sonido
De tu bandoneón punzante
Todavía arriba
Del colectivo
Vuelvo a pensar
En tus bares
Donde
Me disfrazo de camello
Bebo un trago largo
De arena
Y trabajo de Ari Paluch
En pleno trance místico
8 horas
5600 + aguinaldo
25 días en Punta del Este
Es el fervor
De tu bohemia de pacotilla
Ornamentando los
Pasillos de tus
Facultades
Inundando las oficinas
Mis impostores ojos
de Citroen Almendra
Tuercen mi mirada
Veo tus lindes Bs. As.
La vuelta a los suburbios
Las luces del puente
Adornando como
Una navidad artificial
Cuando el mejor Papá Nóel
es un chino que fue
Galardonado en Suecia
Una navidad bastarda
Auspiciada por Friedman Catering&Co
Con un pesebre electrónico
Al lado del arbolito
Es la fiesta
De los que otean el reloj
Y cuentan los minutos
Para que termine el miércoles
En tus húmedas vísceras
De noviembre
La de los que no tienen ganas de levantarse
Ni saben en que día están parados
Ni que navidad tienen que festejar
Para soñar una nueva vida
Que comienza mañana
Y pasado y pasado…
La de los que brindan de más
En navidad
Y en año nuevo
Y varias fechas más
Inclusive feriados
Brindan por una suntuosa
Estatua de oro rosa
Brillando arriba
de un pedestal de mierda
Yo brindo por vos
Aunque tengo que
Admitirte
Que brindo más
Por mí mismo
Se te mojó la mecha
De los petardos Bs. As.
Y ahora tan solo
Me queda la nostalgia
De no haberte conocido
Y una batería de petardos en la cabeza
Con una chispa prendiéndose
Ávidamente sobre su mecha pirómana.

martes, 24 de noviembre de 2009

La verdad del capitalismo

Y entonces dios pensó prudentemente
Delimitar el mercado
Restringirlo a un puñado de inversores
Con el granero lleno de paja
Y la cuota social del cielo al día
Le contó a Noé
Su empresa
Y mandó el diluvio universal
Cuarenta días y noches después
Noé descendió de su barca
Rascó su barba bajo el sol
Y puso un zoológico
sobre las orillas del Nuevo Mundo.

lunes, 23 de noviembre de 2009

0:38

Meto la mano en mi bolsillo pringoso

Y saco una colmena de versos

Helándose

Secos en la punta de mi nariz

Un boleto golpeado

Grita fiero desde mi galera

De sardonia

Con muecas de ironía

Se baja con

Su ancha boca en grito

Como cuando

Abre el culo la Mulita

Y los muchachos se

Entretienen

Con su talquito Rococó

Del altiplano

El verbo relegado

En la esquina filosa

Se deshace en espasmos

Orgiásticos, pantagruélicos

El sordo lo mira

Le tira una oreja y

Se prende fuego en

La noche ponzoñosa

¡Se agotó mi acopio

De tornillos en la garganta!

¡Una cascada de metal

Endulazando toda mi laringe!

Y mi nariz se congela como el Gobi

En una trémula noche de invierno

Subido a la giba de un dromedario

De nieve

Nuevamente

Corolarios encaramados

En las coronillas de los hombres

Me hacen reír hasta los dientes

Más teatro para la cueva del miedo
Más preámbulo
Para la espera paciente
En la antesala de la eternidad

Ya lo dijo aquél ruso

loco

¡Las tabernas no asustan a nadie, ja!

Es bueno recordar

Que

Con un sonido seco

Se lo hizo saber a todo el planeta

También al eco final de la taberna

Más lúgubre de todas

Tambaleándose

Por lo menos otro millar de

Sucios años nuevos

En mi ilusa galera

De plomo reluciente.

viernes, 6 de noviembre de 2009

Alfa

—Poesía instantánea—

yo creo que los caballos de fuego se olvidaron sus peines en las madrigueras hoy
yo creo que la magia intrínseca de los caballos de fuego, justifica el olvido
el arcoiris de plata baña todo el resplandor con su corazón adiamantado en concírculos de toda la hermosa revelación
podemos pensar en las estrellas de papel y su desnutrido cabalgar el universo
y las tripas del universo constipadas de tanto eternal dharma, ahhhhhhhh y los cabellos de medusa extendiéndose en todo el risado atarcer
cromado de plomo
o los infinitos soles congelados de miedo a punto de amanecer
bebés mortaja plomo tijeras mesa duro llanto en medio de inmediatos cielos repetición yuxtapuesta de palabras que guían todo aquel esplendor en dos senos de todo el mundo, de todas las madres de todos los colores
romáticos sueños embebidos de furia, rodando por un viejo pueblo, olvidado
ah, ¿y quién manda el viejo cáncer de esa furia roja? ¿Acaso Satán embutido en ese traje a rayas estrellas? Tio Tom apartheid Hitler todos los segregacionistas de los espirítus represores de traje, empleados del patíbulo clink caja, clink caja letargo
furioso el tic tac vestido de luto, la muerte de fiesta
BACANAL, AQUÍ ESTAMOS!




Kropotkina y Daka

Adelante tuyo siempre hay alguien más

Colas. Parece que todo el jodido mundo se hubiera inventado para hacer colas. Colas, colas y más colas. Filas de carne esperando el tubo, esperando a que reviente la cuenta, esperando por las Cornetas de la Salvación. Uno atrás de otro y de otro y de otro. Quizás el propósito mismo de la vida sea alinearse en constanste inmediataz tras algún otro, quizás de eso se trate el asunto. Mirarle el culo al de adelante, darle una palmadita de talquito mentolado. Ahora, uno tiende a preguntarse porque en vez de seguir el formato de la lineaneidad no nos amontonamos de alguna otra forma más divertida —geométricamante hablando claro, aquí somos todos entendidos—. En círculo tal vez, o mejor en rombo, como una cometa de papel sucio.
—Pero las calles son angostas, de ubicarnos así nos llevarían puestos los móviles y ya no tendríamos más filas que hacer, ni una sola. Ni una, ¿lo pueden imaginar? Sería espeluznante, el fin del mundo tal cual lo conocemos. Seguramente el urbanista se había pasado con el Artan —todo un profesional—.
Está bien, pero son 5 horas... 5 horas esperando, de mostrador en mostrador, siempre con alguien adelante alguien atrás... aguardando, aburriéndose, lustrando Tomahawks con la Corteza cerebral, bostezando un halo de miasma, prolongándolo un poco más.
— ¡Hey! ¡Metan un tren en llamas amacándose de trompa adentro del recinto para que pase algo interesante, o al menos se rompa la fila!.
—Puta, yo ese cheque no lo firmo, ¡ya es 421!. Llévense mis piernas, yo espero un rato más... total, somos todos palma acá. ¡422!. ¡Me las pegan luego con Oxi-glue! ¡Santísima seguridad social!
Y el juego es de un lado a otro, de placa en placa, con las cicatrices aburridas, silbando boludeces... acá, acá y acá, y ahora también acá y a la otra cola de allá. Sonados caras de taxidermistas esperan, fríos como pinochos lunares, hablando nonadas en colas de otras colas...¡no se inmolan ni siquiera por Cristo! ¿ Y qué pasa con Alá, el compasivo y misericordioso? ¡Herejes! ¡Perros infieles!
—Pura Basofia. El imbécil de Cristo que se ponga en la fila y el bueno de Alá que se meta su Yihad por el culo. Esto ya es un incendio... y si escucho de nuevo ese tañido electrónico quizás me vuelva loco y mi cerebro decore el lugar de gris y suelte una ráfaga de protones por todo el maldito recinto —el famoso plan b, nunca falla—. Mientras, la vigi estampa ganchos con la lengua, con sigilo, escupiendo tinta de acá para allá y de allá para acá. Los demás saltan como cabras famélicas de mostrador de formica, siguiendo la pluma, aburridas como un viejo réloj de cuerda...
— ¡Todos a ver esa cara de piedra! ¡Whisky!. Adelante los santos azules, ceniza en la córnea de nuevo. Listo, 5 horas. A olvidarse del puto asunto y a ungir las tetas con los críos prendidos shup con aceite de sistema, ¡Dios Santo que viva la procreación! ¡Boianovskyfiquemos! Bienvenidas ovejitas, a cagar papeles hasta arrugarse...y más allá! ¡Un poquitín más también!

martes, 27 de octubre de 2009

Samba


Este me tiene. No se va a mover hasta que me dé. Sí, está ahí; casi puedo escuchar su respiración, riéndose entre dientes, porque sabe que me tiene y quiere jugar conmigo como si fuera un animal, esperando a que asome a la cabeza para meterme la muerte entre las cejas.

¿Cómo hacen para aparecer así estos maricones? ¡Son como fantasmas! Así de ganas tienen de vernos bien muertos. Ni los barriletes los ven cuando asoman el hocico como un rayo, y entonces mejor estar despierto o te volviste un cadáver decorando los pasillos de la favela. Uno más para la colección del barrio, como Biroca.

Pobre Biroca, lo abatieron feo, lo dejaron hecho un colador. Pintaste todo el suelo de escarlata, eh Biroca. Te liquidaron igual que como me dijiste que iba a pasar alguna vez. Y yo nunca te creí y ahora estamos los dos acá, jodidos. Porque este no me va a dejar hasta que me vea muerto, como vos.

Porque para eso vino, para llevarnos a los dos, Biroca. Y de verdad que me tiene acorralado. Sabe que fuí yo el que le dí aquella vez y me quiere ajusticiar. No lo maté porque llevaba puesto el chaleco y por eso al gato le queda todavía una vida más. Tendría que haberle abierto la cabeza como a una calabaza, pero me equivoqué y ahora estoy aquí, atrapado, sambando con mi enemigo al ritmo de las balas, sin escapatoria. Sabiendo que le herí el orgullo y eso es lo que más le enfurece.

Porque para él es como si ya lo hubiera matado, y por eso lo único que puede pensar es en ver mi cuerpo sin vida yaciendo en el piso. Por eso no me va a dejar ir. Ver a un negro flaco sin más ropas que unas bermudas y un par de ojotas, blandiendo una 9 frente a su cuerpo y disparándole a quemarropa, repitiendo la escena de su muerte una y otra vez en la película de su cabeza lo volvió loco. Alguien como él no puede permitirse pensar en otra cosa que no sea terminar con mi juego. Por eso sigue ahí, tirándome mientras sigo escuchando las balas que rebotan a mi lado, dispuesto a llevarme en una mortaja de la manera que sea.

¿Pero por qué no se mueve? Si sabe que me queda una bala sola. O quizás no, o no quiere arriesgarse. Quizás este negro le da un poco de miedo, o al menos está siendo cauteloso, porque sabe que aunque haya sido solo por un momento, tuve su vida colgando de mi gatillo.

Pero ahora me tiene, carajo. Me tiene y no me deja salir. Y no hay un solo lugar a donde correr. Sería el suicidio salir hacia campo abierto, le estaría dando una razón para que me fusile. Pero ya no sé hace cuanto tiempo que estoy aquí, con los balazos rozándome la piel, acercándome más a Biroca en cada disparo. Pueden haber pasado días ya, años tal vez. Y yo sigo aquí, al igual que mi pareja de baile, esperando los dos el momento justo, sin movernos un centímetro.

¿Por qué no me liquida? ¿Qué estará esperando? Puede que esté aguardando a que vuelvan los refuerzos que subieron hacia el morro a buscar al Cherife. Si es así, puedo darme por muerto. ¡Maldita sea, si tuviera un par de balas más al menos me llevaría alguno conmigo! Pero no creo que esté esperando a nadie. No, esto es personal. Es entre él y yo, nadie más; así quiere él que sea. Quiere darse ese placer, mirarme a los ojos antes de disparar y ver mis sesos desparramados por todo el lugar, hacerme saber que tiene mi vida en la palma de su mano.

Carajo, necesito algo para esnifar, necesito estar bien despierto. Por suerte tengo la bolsa que iba a venderle a Hermildo; no creo que él vuelva a meterse nada por la nariz nunca más. Escuché su grito cuando lo alcanzó el plomo mientras se dirigía a refugiarse cuando ellos llegaron. Fue demasiado tarde. Y tarde, por estos lados, significa una sola cosa.

Así de cercana está la muerte para nosotros: uno escucha el alarido del que fue alcanzado por alguna ráfaga y ya sabe de quién se trata. Es un sonido tan particular que a veces asusta. No puede tratarse de otra persona que no sea la que fue ejecutada, es como si uno cantara su funesta canción de su despedida.

Y ahora siento que ha llegado mi turno de cantar o hacer que mi enemigo lo haga. No tengo más opciones, no tengo más remedio: una bala y dos canciones. De nada más vale la espera, es el momento. A todo o nada, como lo ha sido siempre, con la sangre inquieta en las venas.

Aprieto la pistola y me arrimo un poco más al borde. Siento mi respiración pesada e intento calmarla; puede oír los latidos de mi corazón. Una gota de sudor cae pesada desde mi cien, bajando por mi mejilla para caer en el asfalto y rajarlo; tengo mis ojos abiertos como dos persianas, atentos a lo que se viene, listos para brillarle a la muerte una vez más. Despejo mi cabeza para poder ver lo que me espera al asomarme desnudo ante mi verdugo o mi victima; siempre fue lo más importante para mí. Me acerco por última vez al borde, lo más cercano posible al vacio. Estoy listo, no tengo miedo. Ahí voy, una vez más, a buscar lo que me pertenece....

Bang.

lunes, 19 de octubre de 2009

Buenas noches, Caballero

Era ya casi de medianoche. Marco prendió un pucho y caminó errante por la Avenida Pueyrredon. Se paró frente a una estación de servicio y miró distraídamente el resúmen de los partidos de la fecha. Bandfield le había ganado a Racing sobre la hora, con gol del Uruguayo Silva. Pese a ser un fervoroso académico, el resultado adverso pareció no importarle mucho. Siguió hasta las escalinatas de la Biblioteca Nacional y se detuvo, las piernas le dolían. Se entretuvo un rato mirando a una chica que esperaba el colectivo de la mano de en frente; llevaba un vestido de tela, con colores vivos y motivos alegres, de esos que se ponen las minas cuando llega la primavera y que oprimen ciertos botones que activan terminales secretas en los cerebros y pantalones de los hombres.
Había algo en la figura de la muchacha que lo cautivaba poderosamente: era el porte arrogante pero a la vez insulso que visten muchas mujeres de la Capital. Era como si se tratara de una yegua terrible, de esas con las que uno se quiere encamar y después de realizada la faena, tomarse el primer piro que pasa y a otra cosa mariposa. Listo.
Pero a la vez, había en su mirada algo que Marco no sabía que era –de hecho, nunca lo supo–; algo melancólico que llegaba a conmoverlo hasta la médula. Esa dualidad llamó poderosamente sus sentidos y se enamoró durante 15 minutos, prestando durante ese lapso una atención casi matemática a la señorita y su figura.
Pero cuándo el 37 llegó y se devoró a la bonita muchacha, se escindió rápidamente del asunto y decidió reanudar su caminata. Así nomás, como si se hubiera tratado del recuerdo de una mala paja, simplemente se olvidó de la agraciada fémina y reanudó la marcha.
-De nada vale hacerse poco o demasiado drama. -pensó-.
Empezó a subir por la empinada calle y atravesó la noche a través del pomposo barrio. Estaba lejos de su casa, eso lo sabía bien. Tenía puesto un jean gastado y un buzo viejo que le había regalado un amigo que no veía hace un tiempo, y que de verdad extrañaba.
Se sintió un mendigo caminando en medio de las inmediatas luces de esa fortaleza ostentosa que se levantaba en medio de la piojosa ciudad, lo que le divirtió mucho. Llego hasta la embajada de República Checa o alguno de eso países que sabía, en su puta vida iba a visitar y siguió caminando.
El barrio le recordaba a París, o al menos como él creía que era, de acuerdo a las películas en las que había visto a la glamorosa y estúpida capital francesa en todo su esplendor: el lugar se diagramaba circularmente, con los edificios brillando inmaculados, como torres de marfil que se levantaban sobre la acera, alineados geométricamente en cinco distintas calles que entraban por los costados y que convergían en la parte trasera de Plaza Francia.
Llegó a la plaza y pretendió sentarse en el monumento a San Martín, pensando en que se encontraría solo y podría acomodarse a sus anchas, sin nadie zumbando por los alrededores. Pero al llegar se encontró con que había bastantes parejitas, y que una de ellas había ocupado su lugar preferencial.
Se encogió de hombros y se apoltronó en la escalinata a contemplar la noche, de frente a toda la extensión de Avenida del Libertador. Sí que estaba lejos de casa.
Pero se sentía bien. De hecho se sentía el tipo más afortunado del mundo, tirado ahí, como un linyera, en medio de uno de los barrios más caros de Bs. As., mirando la luna, sin tener que responderle nada a nadie.
-Sí, esto es vida –se dijo a sí mismo– ¿De qué carajo tengo qué preocuparme? De nada, absolutamente de nada…
Se olvidó por completo de la acalorada discusión que había sostenido con su novia un rato antes, de la renuncia a su trabajo, del gol que el puto de Silva les había embocado sobre la hora, muriéndose el pleito. Eran todas cosas innanes. En ese momento era él el rey del mundo -al menos del mundo que él conocía-, y todo lo demás no valía un carajo. ¡Qué sensación increíble!
De repenté unos pasos sordos se escucharon a lo lejós, y en poco menos de un santiamén Marco los sintió cerca de dónde él estaba. Volteó la cabeza y vió a un policía, a escasos metros de su persona. Ambos se miraron fijo por unos segundos y Marco reconoció en él al típico oficial de las fuerzas de la Federal: era rubio, de ojos celestes y mediana estatura, con el pelo muy corto y un afeitado perfecto. De inmediato lo identificó como uno de esos pibes que en el colegio son unos buchones terribles y prestan atención vehementemente en la clase de matemática, orejas de la profesora de mierda que mandaba a todos a marzo. Nunca se había llevado bien con esos imbéciles.
Sabía que venía a romper las pelotas, pero él no se inmutó. No estaba haciendo nada ni tenía nada que esconder, así que se quedó quieto mirando la avenida sin darle motivos al uniformado para abordarlo bajo ninguna circunstancia.
El policía permaneció junto a Marco por dos o tres minutos y se decidió a inspeccionar por el resto de la plaza, interrogando a las parejitas sobre que estaban haciendo, buscando marihuana u alguna otra sustancia ilícita, revisando los paquetes de cigarrillos. Por supuesto, eran controles muy selectivos, porque la pareja bien vestida que estaba morréandose al lado de la verja de hierro nunca fue abordada por el rubio oficial.
-¡Pero que cana de mierda! ¡No te pueden ver en paz estos hijos de puta! – se dijo Marco hacia sus adentros–.
Pero como sabía, él no tenía nada que lo comprometiera, ni estaba haciendo nada, así que cuando se dispuso a retirarse, lo hizo con mucha tranquilidad; no había motivo por el cual detenerlo, y él lo sabía.
Empezó la marcha de vuelta hacia la Avenida, y hecha media cuadra se detuvo para atarse los cordones de su zapatilla. Cuando se agachó, oyó los pasos inconfundibles de unos zapatos que se dirigían hacía sus pisadas.
-Buenas noches, caballero –llegó a oír todavía desde el piso–.
Volteó la cabeza y vió la figura del policía a través de la noche.
-Hola –senteció lacónicamente Marco–.
-¿Qué anda haciendo caballero?
-Nada, paseando.
-¿Dónde vive usted?
- En Avellaneda.
-Está un poco lejós de su casa, ¿no le parece?
Marco arqueó una ceja en respuesta a la pregunta del oficial, como respondiéndole tácitamente que qué carajo le importaba, que él era libre de caminar a sus anchas por donde se le diera la gana. Sentía un gran desprecio por la autoridad, debido a los diversos maltratos que le habían propinado las amistosas fuerzas policíacas en tiempos anteriores. Pero era un tipo inteligente, y sabía que no uno no debía desmedirse con un imbécil vestido de azul, menos siendo tan visitante como lo era él en ese momento.
-Son 40 minutos en colectivo, no es tan lejós.
-Está bien. ¿Tiene documentos?
-No, no salgo con los documentos a la calle, si los pierdo me traería muchos problemas.
-Y escucheme una cosa –el policía cambió rápidamente el rumbo del interrogatorio– ¿Fuma usted marihuana?
Marco vaciló un instante y mintió concienzudamente:
-No.
-¿Está usted seguro, caballero? –retrucó el uniformado–
-No, no fumo. Y sí lo hiciera…–arrastrando en su respuesta una leve tonada de desprecio, que apenas se percibio en el aire– ¿Cuál es el problema?
-Que la tenencia de estupefacientes de diversa índole constituye un crimen para el código penal.
-Bueno, pero yo no tengo nada.
-Bueno, ¿entonces me permitiría revisarlo? –solicitó el policía–.
-No,no me podés revisar –negó Marco–.
-¿Cómo qué no? –se sorprendió el agente–
-No, yo estoy caminando por la calle, sin hacer nada. No estoy en posición flagrante ni ningún tipo de actitud que pueda ser presuntamente contravencional. Por eso, como dice La Constitución, vos no me podés revisar porque no tenés jurisprudencia sobre mi persona debido a mi correcto accionar.
Dijo esas palabras y se sintió como todo un letrado. Estaba contento de no tener nada encima en ese momento, no porque lo fueran a requisar ni a detener, de hecho, no se hubiera dejado examinar si hubiera tenido algo consigo, sino porque sabía que tenía razón y no tenía nada que demostrarle al hinchapelotas ese del unifome azul; era como ganarle el partido sobre la hora al muy puto.
-Yo tengo jurisprudencia y jurisdicción sobre su persona porque represento al Estado de la Nación, y usted no tiene los documentos; puedo llevarlo a la seccional para averiguación de antecedentes y demorarlo –dijo el poli, como si de repente hubiera recordado La Constitución entera–.
-Pero yo no estoy haciendo nada, vos me ves. No tengo antecedentes. Además, ¿no leíste la nueva ley de despenalización? Vos no podés andar requisando porque sí.
-Pero usted no tiene documentos.
-Bueno, vos no me podés requisar. Si me querés requisar –confió Marco como último recurso– vas a tener que hacerlo con un testigo, porque es mi derecho, y porque yo no me puedo confiar. De vos, ni de nadie. Vos me estás revisando y de repente me metés algo en el bolsillo y yo me como un garrón por no ser precabido.
-No –aseguró serio el oficial–. Yo no gano nada con eso.
-Vos no ganas nada, pero yo pierdo todo. ¿Está bien?
-Sí, sí, caballero.
-¿No soy libre para caminar por la calle?
-Sí, como dice el artículo 14 de la Costitución Argentina –dijo el buchón en otro repentino ataque de memoria–.
-¿Entonces puedo retirarme?
-Sí.
-Bueno, buenas noches entonces.
Marco reemprendió la marcha de vuelta para la Avenida. Estaba contento de haberle roto el orto al rati de mierda ese. De haberlo mandado a cagar por el resto de los tiempos y hacerle comer su propia basureada por quererse haber hecho el Oficial Poronga.
-Así te quedó el orto –pensó Marcos, para sus adentros–.
Pero al alejarse unos escasos pasos bajando para la avenida, el policía decidió llamar nuevamente su atención.
-Caballero, un segundo por favor.
-¿Qué pasa? –dijo Marco, ya harto de la situación–.
- Mire Caballero, evidentemente tenemos que llegar a un acuerdo con esto.
-¿Acuerdo? ¿Qué acuerdo? ¿Acuerdo de qué? ¡Si yo estoy caminando por la calle sin hacer nada! ¡Y no tengo nada además!
-Es verdad, pero usted no tiene los documentos.
-¿Pero me vas a llevar hasta la comisaría al pedo para perder tiempo? ¡Si sabés que no tengo nada!
-Si no llegamos a un acuerdo, me lamento que tengo que cumplir con mi deber.
Deber. La palabra estalló como un cohete en la cabeza de Marco y quiso mandar al oficial a la concha de su hermana. Pero serenando los nervios, se contuvo una vez más y dijo:
-¿Qué tipo de acuerdo? No tengo plata, y si la tuviera, no te la daría. Eso es un abuso de tu autoridad.
- No Caballero, nada de dinero. Yo no soy de esos, no me malinterprete.
- ¿Y entonces qué, macho?
-No me falte el respeto, se está dirigiendo usted con un oficial de la Nación.
-Bueno ¿Qué quiere?
-Usted sabe.
-No, no sé.
-Vamos..
-¿Podés ser específico, qué me quiero ir? –se hartó Marco–
-Bueno, usted sabe, uno aquí, a veces se siente bastante solo y un poco de compañía nunca viene mal…
-¿Qué carajo estás diciendo?
-Acá en los arbustos de la plaza no hay nunca nadie, usted viene conmigo y…–arqueó las dos cejas y ladeo la cabeza hacia los arbustos–.

-Cana de mierda y la re puta que te parió –explotó Marco–, ¡te voy a cagar a trompadas pelotudo, forro de mierda! ¡Yo me voy al carajo!.

Empezó a caminar de nuevo hacia la avenida, hecho una furia, sintiéndose ultrajado una vez más por un policía de mierda, esta vez realmente dispuesto a irse pese a cualquier advertencia del oficial.

De repente, una estela azul se acercó desde lo lejos y como de la nada, apareció un patrullero que se puso al lado de Marco, apenas a unos escasos metros de donde se encontraba el ambulante policía.

-Caballero ¿Qué está pasando acá? –espetó un policia de cara rubicunda y de gran espectro que se apeó del patrullero que apenas se movía–

-Este caballero no tiene los documentos; no quiere acatar ordenes y se ha revelado contra mi autoridad. Además intentó abordarme con propuestas indecentes. No se deja requisar, debe tener algo o estar drogado por la manera que reaccionó cuando lo detuve –se adelantó a Marco el policía que lo había insinuado momentos antes–.

Marco estalló como un volcán y quiso patear en la cara a ese imbécil de ojos azules que llevaba la gorra con la diadema de la Federal incrustada en el centro de la misma: -¡Vigi de mierda y la re puta madre que te parió! ¡Te voy a partir la ñata la concha de tu madre! ¿Qué me querés embocar a mí, la concha de tu hermana? ¡Sádico! ¡Corrupto de mierda!

Los dos policias de apoyo se abalanzaron sobre él, como dos lobos hambrientos sobre su presa. Marcó se vió en medio de ambos y trató de resistirse: -Ey loco, ¿qué hacés? Ey, suéltenme! ¡No me pongás la marroca, loco! ¡La concha de tu hermana? Ey, ¿qué hacen? ¡No estoy haciendo nada! ¡EY! La put…..

El sonido seco se oyó como un tibio golpe sobre el parche de un tambor gastado en el medio de la ahuecada noche. De repente se hizo un silencio y se escucharon las puertas del auto abrirse y cerrarse bruscamente; luego se oyó el siseo que la estela de la patrulla dejó zumbando en el aire fresco en la noche de primavera, alargándose al desplazarse el móvil.

El oficial se puso en marcha nuevamente hacia Avenida del Libertador , mientras un silbido muy fino acompañaba el constante tac-tac de sus lustrados zapatos, bajando nuevamente hacia la plaza.

viernes, 16 de octubre de 2009


"El que hace un bestia de sí mismo se libra del dolor de ser un hombre." Dr. Johnson

martes, 6 de octubre de 2009

Para Laura, que me ayudó en esta porfía

Túnel

Negra noche, piel de esclavo
El Túnel me conoce
Él siempre está
Esperando mi sombra
Atravesando su lóbreguez
Como una intrusa
Errante advenediza

Letargo

Cuántas veces me viste pasar, túnel
Empapado de tu divina risa
Caminata de vino bajo la luna
Que nos descubre
Una vez más

Sobre los autos
Sobre los fuegos
En las fauces
De la línea interminable
Que tu boca dibuja
Cuando devorás
Los abismos
A mis pies
Hacia mis acrecentados
Y pesados pasos

Cuántas piernas medrosas
Detuviste
Cuántas almas llameantes
Incitaste
Con cuantas alboradas
Sedientas te
Acostaste
Cuántas navajas rieron
A través de tu vientre
Frondoso

Los edificios no son tan bellos
Como vos
No, Túnel
Ellos te observan
Tiesos como centinelas
De cemento
Con sus miles de
Ojos encendidos

Ven mi esqueleto
Mi cuello adelantándose
A mis hombros
Formidables
Recorriendo tu guarida
Mis dedos rozando
Las comisuras
De tu anchura
Acariciando toda
Tu nocturna columna
De cristal

Ay Túnel
Cuántas veces
Sonó ese tenor
Irrumpiendo en
Mi alma
Mientras tus ecos
Acompañaban mi sendero
Nuevamente
Hacia mis castillos de arena
Esperando la espuma
Desde mi caparazón de seda

Siempre me cuidaste, Túnel
Viste a un hermano de la
Noche deambular inquieto
Viste un hijo del día
Conquistar toda tu forma
Y sonreír
Bajo tus metros y metros

Al final de tu senda misteriosa
Se esconden mil tesoros de la noche
Indescifrables, todos tuyos
Que te susurra el viento,
Dueño de todas las hojas.

Puente y Túnel
Cuando nadie confíe en vos
Brillá como Antáres
Iluminá el pasadizo
Contá el secreto
Y rompé la noche en mil destellos.

martes, 29 de septiembre de 2009

Si alguien me puede decir como postear el texto sin que se justifique y se alinien los párrafos, le agradeceré-



Desde arriba del ojo de vidrio

El poeta no ve el cielo
ve un lienzo turquesa
que a veces se enchastra
de algodones
violáceos por las noches
metamórfico
como un caleidoscopio

no ve teteras ni pavas
ve lámparas mágicas
en las que los Ifrits
chiflan sus mil y una noches

no hay viejas
llevando bolsas con compras
solo elegantes madamas
bailando extasiadas en el
gran banquete de la vida
girando

ni siquiera aves
solo almas aladas

las "reglas"
le recuerdan
la clase de geometría
de octavo grado
al fondo de la clase
reventando mariposas
siguiendo las piernas
de sus compañeras
desprovistas de
rectángulos y romboides

el poeta escucha
y asiente

y vuelve a escuchar

y solo oye música
desparramando bemoles
en todas las baldosas
que él bien sabe
están mucho más alto
que los satélites
soviéticos
flotando en un cosmos
de lavanderías

Las rosas
hace rato
descubrió
son amatistas
disfrazadas en pétalos
que sangran la primavera
como adolescentes

las palabras
son dibujitos
inquietos
que
se
M
u
e
v
e
n y se escapan
de su bolsillo y
hacen que sea un poeta
o que la gente así lo crea
como lo cree
inmerso en su poesía
donde

Los dioses son tipos

tan parecidos a
aquellos teutones
que estudia
casi con fervor
Marx, Freud, Durkheim, Niesztche
todas las barbas obscenas del saber
todo ese porte esas efigies son como él
toda la sabiduría del Olimpo
sobre los borrachos que son ángeles sedientos
y las putas que
son santas madres de útero dorado
NUESTRAS MADRES
Y NUESTRAS HERMANAS
pariendo lingotes
llorando tormentas
refulgiendo en
sus ojos como relámpagos
y sus susurros como berridos de
los corderos de vidrio

No hay mucho porque preocuparse
sabe el poeta
porque no hay nada si no hay poesía
y porque poesía ES nada

En los tornillos de la creación
están las afiladas muecas de los hombres

en las manos de la creación
está el torno
que los aprieta

pero

la mente del poeta
es la ferretería de las almas

¿Dónde sino?
Iglesias
Monasterios
Clubes
Casinos
¿Dónde?

Dios jugando a los dados
siempre saca 7 u 11
La casa siempre gana

La mortaja de
todo misterio
girando arriba
de un paño verde
señalando el
camino
al paraíso
en las muñecas
de los hombres

El poeta conoce el paraíso
se lo ha ganado
como todos lo han hecho
solo por deambular
errantes entre
los pasadizos del purgatorio
mundano

pero él
rechaza
sabe que tal cosa
no se merece
se obliga

solo se merece
la expulsión del paraíso
el destierro del cuál
la armonía es ajena

los violines de la vida
armonizan mejor
que los de la salvación

Porque sabe
que no es necesario
creer
tener que creer
para abrir el ojo
y sentir toda una
revelación.


El poeta no cree ni sabe nada.

Solo que
no hay poetas
Nada más
parodistas Zen
de los dramas de la
vida.

martes, 22 de septiembre de 2009

Primer diccionario de léxico uruguayo


Pa´ mis amigos uruguayos, con mucho cariño...


Primer diccionario de Léxico uruguayo – Ediciones La Costra


Prefacio a la CVXX edición


A lo largo de la historia de la humanidad, el lenguaje ha servido al hombre como factor fundamental en lo que respecta a la comunicación y la recíproca relación entre los individuos en toda sociedad.

Es de público conocimiento que, históricamente, todo país, región, grupo esotérico, sindicato de panaderos o entidad social de distinta índole ha tomado ciertas palabras de su propio idioma sustituyéndolas alternativamente por otras que, arbitrariamente, simbolizan a las anteriores, ensamblando un nuevo código lingüístico que caracteriza cada una de dichas sociedades o grupos sociales humanos.

Es así, que se forma el Argot: una especie de lenguaje coloquial que se presenta de forma casi esotérica en cada grupo social. A grandes rasgos, podríamos decir que el argot o jerga se desarrolla cuando las personas emplean modos alternativos de simbolizar algo, cagándose en los eufemismos y la constitución de un lenguaje universal para darle paso a uno popular, vulgar y poco glamoroso.

En este aspecto, el hermano pueblo uruguayo no podía ser menos, por lo que, gracias al permiso y la colaboración que nos dieran en su momento la Real Academia Española, el Laboratorio de Idiomas de Oxford y carnicería Félix de Lanús, hemos decidido encarar este proyecto donde desglosaremos términos de el léxico coloquial uruguayo, a fin de entender su significado y su relación con el argot argentino, además de las combinaciones que pueden suscitarse entre ambos.

A continuación, un listado con palabras características de la jerga uruguaya y su significado y relación con la argentina:


Abundate: Mucho, muy bueno.

Botija: Muchacho, pibe.

Bizcocho: Masa dulce; factura en Argentina.

Cangrejo: Mujer poco agraciada o de feo aspecto; bagarto en Argentina.

Championes: Zapatillas (¡dios!); timbos o llantas en Argentina.

Chela: Cerveza.

Choringas (Sí, leíste bien: CHORINGAS): Minga!

De más: Muy bueno.

Gurí: Chico, muchacho.

Muchacho: Ídem.

Pancho (con pan): Ídem que Argentina.

Pancho (sin pan): Salchicha Nota: léase la similitud con el término de arriba; raramente, en dialecto uruguayo, ambas pueden emplearse con distinto significado.

Pila: Mucho, un montón; una banda en Argentina.

Plancha: Gente de bajos recursos, identificada con la cumbia, los gorros y las zapatillas último modelo de marcas deportivas; Tumbero en Argentina.

Refuerzo: Sándwich de jamón y queso; pebete en Argentina.

Salado: Muy bueno; zarpado en Argentina.

Ta: Listo: listo en Argentina.

Vo´: muchacho, gente.


Luego de haber desglosado las palabras anteriores procederemos a utilizar algunas en ejemplos puntuales, para ubicarlas en el plano del habla cotidiana uruguaya, así como interrelacionarlas con los términos argentinos y crear la conjunción entre ambas:


Por ejemplo:


En Uruguay: “ Eh vo´ este pancho (sin pan) está salado”

En Argentina: “ Muchacho, esta salchicha está salada”

Si quisieramos remitirnos a la jerga barrial contemporánea diríamos: “ Guachín, esta salchi está re zarpada”


Pero si analizamos ambos argots desde su significado acorde a su lugar de origen, la frase quedaría eufemísticamente como: “ La salchicha está buena”


Otros ejemplos:


“Me siento salado con Mauro, me robo la chela.”; “ Me siento zarpado con Mauro, me robó a Marcela”


“Mica está re salada”— Nota: En Argentina salado es mala leche o meado por un Cóndor Andino, leáse como se quiera—; de ahí el doble sentido del mensaje.


“Necesito un refuerzo en mis actividades.”


“ Ese pibe es un bizcocho.”; o bien en argentino: “ese pibe es una factura”


“Me gustan los Super Championes.”


“ Esa chela ta de más gurí”: “Esa Marcela está de más loco



- “¿Me chupas el bizcocho?” - “¡Choringas!” (Interpretación libre)


Así podríamos continuar con muchísimos ejemplos más que detallaremos en la edición CVXXI, donde también especificaremos como pedir un cortado en una villa de emergencia de Uruguay y meterse al Río de La Plata sin mojarse y hablar en dialecto charrua bajo el agua.


Próximamente ediciones La Costra estará editando un libro con la jerga norcoreana y su relación con las barrabravas del sur de Santiago del Estero.


jueves, 17 de septiembre de 2009

Lluvia

¡Qué lindo como llueve! El chin-chin retumba incesante en el toldo del patio de mi casa y se vuelve una melodía demasiado placentera, como gotas sobre un pentagrama. No hay sonido más hermoso. Qué loco preocuparse por tantas cosas innanes y vacías, cuándo la solución a todos nuestros problemas está en un aguacero. Como dice mi amiga Laura, es uno de los milagros que de tan perfectos se vuelven inperceptibles. Por fin, una noche para poder dormir en paz, sereno. ¡Buenos sueños pasados por agua mes amis!

domingo, 13 de septiembre de 2009

Gregory Corso - Poder


Poder
para Allen Ginsberg

Somos la imitación del Poder
Hay que dudar de cada hombre
No hay boca ni ojo ni nariz ni mano suficiente
Los sentidos son insuficientes
Necesitás Poder para disipar la luz
Sin cerrar un ojo

Desde que observo la memoria y el sueño
y no las imágenes del momento
Me he vuelto más vívido
Y no necesito abrir el ojo para ver
conmigo la luz es siempre luz
¡Qué poderoso que soy para imaginar la oscuridad!

Desde que dependo de los héroes para opinión y
aceptación
Vivo por una correcta verdad y error
¡SHAZAM!
Oh pero que triste es Ted Williams timado y engañado
Completamente solo en el centro del campo
¡Déjame ser tu sensato Buck Rogers!

Desde que contradigo lo real con lo irreal
nada es tan injusto como la imposibilidad
Adelantándome a mí mismo como un hombre en
Azerbaiyán
Falsifico un león a chorro
Y con un corazón de matemáticas galantes me elevo para
Apasionar un planeta

Oh pero hay momentos en que SHAZAM no basta
Hay una brutalidad en el conejo
Que abre el camino al Paraíso: ¡Lejos de dios!
Existe una crueldad en el cervatillo
Su elegancia de Tigre roe el trébol hasta el hueso

Soy una criatura de Poder
En mí no hay ferocidad
Soy justo cuidadoso sabio y risible
Provoco embravecido una carrera de amor por mí mismo
Soy una humanidad poderosa en busca de compasión
Mi amor anhela amor ¡cuídate de mi poder!

Conoce mi Poder
Parezco cincuenta millas de poder
Me corto las uñas con un Poder rojo
En los ómnibus me paro sobre inmensos tomos de Poder
Español
La muchacha que amo es como una cabra salpicando Poder
cremoso y dorado
En toda la primavera no cargué Poder

¡Pero mi misión es ultrajante!
Estoy aquí para contarte diversos defectos de dios
Lo irrazonable de Dios
Hay algo injusto en esto
No es dios quien hace insoportable el Poder es el amor
Amor a la influencia Industrias Armas Protección
El hombre protegido del hombre por el hombre, eso es el
amor
El bien no tiene significado ni la simpatía mensaje eso
es el Amor
Los carteles de PENSAR nunca darán paso a los carteles de
SOÑAR eso es el amor
¡Estamos listos para pelear con obuses! Eso es el amor
Gracias Dios por mi Poder

Quién soy yo que le canta al Poder
Acaso soy el brazo rígido de Nicaragua
Uso acaso verde y rojo en los equipos de Chrysler
Acaso odio a mi pueblo
Que pasa con los impuestos
Me matarán acaso en la pista de carreras...ya lo están
tramando
¡Mi monumento de caballos esculpidos reluce bajo la
luna!

¿Yo Don Pancho Magnífico Pulque ya no soy un Poder?
No no canto al Poder dictatorial
El saludo rígido de la dictadura representa el Poder atroz
En mi cuarto he juntado combustible y pruebas suficientes
para dar a los dictadores un Poder inagotable

No digo Ave a otro Poder que el de la vida
Ni condeno totalmente otro Poder que el de la muerte
La inauguración de la muerte es un Poder absurdo
la vida es el Poder Supremo
Quien hiere la vida se convierte en un dulce barato en la
confitería del Poder
Quien se queja de la Vida es un mounstro resplandeciente en
el zoológico del Poder

Los amantes de la vida merecen el trofeo del Poder
No necesitan saltar en las olimpíadas
del Poder ni
Peregrnar
Cada hombre es un espía feliz del Poder en el reino de la
Debilidad

Poder
Que es Poder
Un sombrero es Poder
El mundo es Poder

Tener miedo es Poder
Qués es la poesía cuando no hay Poder
La poesía es impotente cuando no hay Poder
Pararse en una esquina sin esperar a alguien es Poder
Los Diesels no explican el Poder
En el Poder no hay destrucción
El Poder no es para dejarlo caer desde un avión

La sed de Poder es beber arena
No quiero Poder de canción
No quiero Poder de soñar
No quiero Poder de auto-con-chofer
¡Quiero quiero quiero Poder!

El Poder no ofrece compensación
Los ángeles del Poder bajan con tazas de venganza
Están exigiendo compensación
¡Pueblo! ¡Donde exista tu Poder
ángeles del Poder bajando con tazas de venganza!

Soy el embajador del Poder
Camino a través de los túneles del miedo
Con carpetas de Poder bajo el brazo
Mírenme
La apariencia del Poder está allí
He venido a inspeccionar tu reserva de Poder:dónde está
Está en tu corazón tu billetera
Está bajo la pileta de la cocina

Hermoso pueblo, recuerdo tu Poder
No te he olvidado en las nieves de Bavaria
Esquiando cuesta abajo por aldeas soñolientas con bengalas
y carabinas
No te he olvidado frotándote las manos grasientas
en el
avión
Cantando tus nombres obscenos sobre la bomba de
demolición
¡No! No he olvidado la bazuca que adornaste con una
palma
Apoyado en el hombro de un negro
Apuntando a un cargamento de arios
No he olvidado la granada
El miedo y la urgencia que causó
En la trinchera de tu hermano
Tú eres el Poder hermoso pueblo

En un patio de juegos donde escribo este poema, sintiendo
un disparo en la espalda
Queriendo cambiar el antiguo significado de Poder
Queriendo darle un sentido nuevo mi sentido
Dejo caer mi cabeza inusual atontada por la genuína alegría
de ser bueno
Y me pregunto ahora sin Poder
Retrocediendo a tumbos hasta los muchachos débiles de mi
juventud
Serán ellos ahora hombres menores en las fábricas del
universo
Estarán allí comprimiendo el aire
Bombeando palabrotas de matones por los largos tubos
frondosos
Los veo parados alto sobre los estantes de Dios
Picotenado las migajas de este hemisferio ofrendado...
¡Oh Dios! qué maldición me empuja hacia ellos
Como un prisionero de guerra...
¿Esos crujidos ominosos de la eternidad su triste
marcha?

Qué poco Poder tengo en los patios de juego
Las hamacas como brujas pasan volando a mi alreddor
Los toboganes como lenguas de dinosaurios bajan
hasta mis pis inusuales
Que me hagan caminar en la calle sería DOBLEMENTE extraño
- 1956

1958-
¡El Poder sigue conmigo! ¿Quién me dejó enganchado al
Poder?
¿Estoy metido en las fauces de oso de la rueda trepadora
del Poder?
Acaso siemre estaré así cabeza adentro piernas afuera
Como uno de los hombres de Ulises en la boca de
Polifemo
¿Soy la rémora del Poder? ¿Yo el jefe del Poder?
¡Al menos para mí que Poder soy!
El Poder de la abeja atrapada en un glaseado de miel...
El Poder de la araña en el centro de su velo polar
con una mosca de otro mundo...
El Poder de una buena siesta de mediodía en el regazo de la
adoración con toda la íntima crueldad
El Poder imponente derretido como una avalancha de vidrio
interminable chirriante...

El de un encorvado y silencioso cronista de oropeles
spenserianos
Tal vez sea seguramente mi Poder...
Cada vez que toco mi fogosa lira como un trovador de dedos
frios
Un sabroso Poder me da una consecuencia realzada buena
como a la luz del sol...
Hombres acres vacíos en otros tiempos vueltos pastoriles
por los mitos
Ahora abandonados a la honesta aunque desesperanzada
humanidad

El elixir del himno religiosamente necesita mi Poder
¡Pero el Poder que tengo lo construí con mi propia ayuda!
Ese lobo feroz que se acerca disfrazado con un Poder
borrosamente divino
¡Todo mío! ¡Todo el Poder de la iluminación de los
corderos!
¡Esa perspectiva escasa boscosa erudita de ojos curiosos
de Epopeyas en volúmenes balsámicos que enorgullece a
la tímida fantasía es mi Poder!
¡Ese humor de granada de mano arrojada por la escotilla
De un traje blindado mi consejo cuando llegue el Poder
del día del Juicio Final!
¡Oh regocijo cuando marcha por la calle!
¡Ja! ¡Es la envidia de los diamantes en las vidrieras!
¡La hija del Poder es la risa!

Octubre mes gordo de melancolía y poesía
Ya no tienes tu aire melodioso de cementerio
Tus cipreses golpeados por la noche
Tu primoriosa luna muerte
¡Es un octubre mío! ¡Mi Poder!
Vivaz como una alegría una chispa una risa
Que deja caer mi tristeza y toda tristeza al suelo
como un espía fusilado.

sábado, 5 de septiembre de 2009

Llegada de la primavera

Vuelvo, arrullado por el
soneto de las aves
aleteo
vaticinio ensoncedesedor
de la primavera
bacanales en las copas
de los árboles
heraldos alados
anunciando enardecidos
en los amanaceres
de gris más palido
el vigor que llega
con los próximos pétalos
lúdico desenfreno
del tallo que crece
el sexo que estalla
la orquesta áerea
fecundando alegre
la sangre calentando vida
ovíparos
vivíparos
el ciclo de todo lo
que creemos saber
girando voraginoso
sonriente
como una colegiala
chapoteando por las alcantarillas
cantando con los ratones
abajo la ropas
armaduras de poliéster
al descubierto
pieles y plumas
el dracma ardiendo
alto en el cielo
acuñado en dedos
de Helios
tajeando la dermis
coloreando los pómulos
los jardines farfullan
fantasías
perfuman de jazmines
revientan sus matices
mientras los insectos
brillan sus corazas
es sus diminutas
faenas
una vez más
asoman las raíces
rajando baldosas
en la jungla de concreto
incontenibles
laberinto bañado por
luz de medio hemisferio
prometeo de fuego helado
pinta de dorado
tu estadía
mimetiza verdes y melodías
y arrullos pintorescos
inacabables aleteos
en vientos huracanados
diques desvencijados
caen ya
¡está aquí, es inevitable!
miles de labios húmedos
incitándo los brotes
besando la corola
templando los parques esmeralda
la coartada perfecta
de las vidas que llegan
vuelan un rato
y se alejan de nuevo
sálpicando verde y celeste
los cuadros en mi mente
más allá
de lo que me confíaron
que había.

jueves, 27 de agosto de 2009

El Boletín de Alerta Roja de Don Colombia


Repito: HAY QUE TENER CUIDADO. Porque, mientras el culo sangra, por estos días ¿quién sabe cuánto está el huevo más caro de todos? La lógica, mis queridos, es una sola: desenvainen cuando sea el momento y muestrénle el ticket enchastrado al vallet parking. Esa es la fórmula.
Pasaron de moda los truenos y la sacudida ahora la coparon las murenas electrónicas (serviciales a toda buena y santa causa, claro está). Por supuesto, con su ética demoledora de cálculos nerviosos, transpirando petrodólares, ¿quién podría ponérlas en tela de juicio? ¿Ese señor de peluca enrulada? No, si tiene el culo alquilado a un par de ceros en la adición. Bueno queridos, ahí tienen su respuesta.
El mundo está sabroso hoy por hoy y no hay lechón que quiera ceder una costilla (¿vos convidarías, mi muertito de hambre, ñam?)
Los pájaros bajaron el precio de los nidos de primavera en la primera de cambio y armar una rosca cada día se pone más caro. ¿Qué precio pondrías vos?
Ojo!, cuando el ciego pestanea, al otro lado del billar se ilumina la taza del marrano...entonces, ¿será qué el brazo trémulo se tensa ante las moscas? ¿Pero qué pasa cuando el Anófeles, cojedor de todas las mega razas, pincha como la jeringa más dulce de todas en las dermis de los putitos desencantados, en la pija del eunuco que fecunda nuestra naturaleza bastarda? Queridos míos, esa fiebre es solamente suya. Y cuándo la sangren, vuélvanla tinta en mi piel castigada.
Es todo por esta noche, pueden desenchufar el cable de sus licuadoras.

Luciano.
Cadena de montaje

Cada vez
que alguien dice
que voy a morir
no puedo hacer más
que reír
-jijiji-
¿Cómo voy a morir
si, como vos, nunca
nací?
yo soy la continuación
de todas las cosas
prolongación
del Karma
sosteniendo un amanacer
en llamas
en los parques de
Kioto
el flujo
de un río
bañado en
perla oro dominical
pero ¡ay!
si tuviera que elegir
"mi muerte"
de ninguna manera
preferiría oxidarme
en un lecho canceroso
esperando a la muerte
con su ramo de
rosas fuego
de la muerte
no quisiera que esa
GRAN SEÑORA me sorprenda
hundido en un colchón gimiendo
promesas de la Gran Muerte
mi muerte no será
alegoría de la muerte
homeostasis de la muerte
fin de lo biológico
bah bah bah
¡NO!
no me pisará ningún auto
ni me comerá un cocodrilo
oh azarosa muerte
flauta de todo final
y principio
no me podés alcanzar
porque todavía
no decidí cuándo
he de morir
Mi muerte será fantástica
¡yo no muero!
la muerte no existe
aunque creo que la muerte
que muere un niño en
Darfur
con su cuerpecito desnutrido
en bastante real
aunque no sea la misma muerte
que la tuya
ni la mía
todos estamos muertos
al fin y al cabo
pero
si tuviera que elegir
veo que mi final
será esplendoroso
saltando por las
terrazas en la impertérrita
noche
con la miel cargada en
los bolsillos
hasta que un robocop de
ese futuro estúpido
me abata BANG!
el estallido y el casquillo
CLANC
trepando
por encima de las nubes
jajaja
¡SI!
¡qué inefable final para esta
loca diapositiva!
será espléndido
la carcajada final
elegante como el Kremlin
como un tigre en
la espesura
de Bangladesh
bajando en la noche
como un ascensor incendiándose
con mi risa jaja descendiendo
por toda la noche
¡Piro!
¡que mano redentora aquella que
habrá de hacerme inmortal!
¡paradoja!
y cuándo mi sangre golpeé
el piso
no habrá más que
fractales
explosiones policromáticas
toda la historia del mundo
proyectándose en un halo
de luz divina
los vecinos mirándo mi redención
por la ventana
esculpiendo mi féretro de plumas
cincelando mi lápida
"yace aquí el que nunca moriría"
mientras mi risa anega
desde los cielos
y se expande como
un misil
en el ojo
de la noche
ja

ja

ja

jaja

ja
ja

jaja.

jueves, 20 de agosto de 2009

"Es verdaderamente asombroso cuanta fuerza podemos extraer del interior de nuestras almas, imagino que esta fuerza sería suficiente para mover montañas, levantar de nuevo nuestras botas y caminar felices nada más que por la fuente de poder que habita en nuestros huesos."

J.K

viernes, 14 de agosto de 2009

Melopea de un miércoles

Borracho un miércoles
Borracho un jueves
¿Qué más da qué día es?
si estoy borracho todos los días
todo el tiempo
prefiero ser un borracho perdido
a un sobrio amante de frívolas pasiones
prefiero ver el mundo
desde una odísea de vino reveladora
que desde una calculadora fría
desde el más lujoso de todos los Apart Hotel
prefiero verte lejana
fría como las estrellas
como avellanas de hielo
como corazas de mimbre
a verte cercana en un manto helado
con tus ojos congelándome
como osos polares acurrucándose
en medio de inmediatos cielos australes
fríos como escamas cegadoras
de serpientes que no imagino
pero que reptan
en lo más hondo de mis más profundas y delirantes fantasías
Implosión

la desesperada presunción
de intentar ser
y frenar el instinto animal
como un muro resquebradijo
intenta frenar la inexorable
furia de una corriente
combustión desde el alma
abrigo de cinturón de estrellas
que no cierra
develando el útero
donde embrionan recelosos
los sueños
Guiones

Ay, ¿qué pasa con
todas esas mentes radiantes?
¿En qué están pensando?
¿Y todas esas piernas,
esos brazos y ombligos?
¿Hacía dónde se arrastran
tras su imprecisa dinámica?
¿y esos labios bocas cabellos?
¿Qué clase de hechizo embrujó
tales perfectas fantasías?
Ay, ¿y son acaso más sensibles
que los cascos de los barcos
oxidándose por el viento
en los puertos agotados de magia?
¿O de las inocentes sonrisas
de un torbellino de infancias perdidas?
¿Son sus secretos profundos cómo los mares?
¿Cómo la mirada de vidrio de
un viejo curda sobre su vaso de arañas?
Yo no sé nada de mentes radiantes,
pero tampoco oí nunca
de monos con chalecos de piel
ni de soles manejados por
diamantes que regulan sus propios brillos.
La vida gira en un tambor de seis agujeros,
truenos que apuran a la vieja espera
bien adentro en la carne trémula,
en el matadero de todos los cielos.
En esta película de malos,
donde la muerte es gratis
y los premios se los queda
el sultán que más gordo ríe,
yo soy un actor sin talento,
otro cínico que mira desde el otro lado
de la gran vidriera de las novedadades de la vida
Poesía en un jardín de gardenias

Preámbulos monólogos
gritos súplicas
el discurso constante
de la desesperación humana
me aburre
tendió a agotarse hace rato
como las flores
de las gardenias
agotan sus pétalos y
el invierno extingue el
fulgurante átomo de sus vidas
el hombre extingue
la verdad de las
palabras
en inverosímiles
cadenas asociativas
en cálculos
en estadísticas
la eterna línea
que dibuja cuentos
que se transforman
en profesiones
Quiero tomar estas
palabras y desnudar el
universo simbólico
Urano y Neptuno
aquí a mí lado
como gardenias en mi
jardín de sueños
cósmicos
Carmesí

Desde tus caleidoscópicos ojos
observo las galaxias,
híbrido de estrellas
siempre más allá de donde me aprisionas,
iridiscentes cataratas como explosiones,
sentado, desnudo, solo sobre el tiempo
de tu efímero reloj de arena
yuxtaposición melodramática de inconexos recuerdos
que estallan desde tus labios carmesí
y mi alma en la palma de tu mano
brillando como un marfil

sábado, 8 de agosto de 2009

¿Qué te vas a poner?

Aquí estamos, una vez más. Yo y mi fiel e insepareble amiga; este artílugio de circuitos, luces y trasnsitores que nunca llegaré a entender con presición. Es el precio que hay que pagar para encomendarse a los lujos inimaginables de esta antropomórfica maravilla que alberga en sus entrañas a la nueva biblioteca de Alejandría.

Me resulta extraño teniendo en cuenta el día y la hora no estar pasado ya de copas; en realidad, el hecho de no haber ingerido ni siquiera un solo cóctel ya me resulta demasiado desconcertante.

Pero no. Esta no es una noche para eso; no es una noche para celebrarse a uno mismo (si de eso se trata, me asumo como un avezado en la materia). No, hoy no; los dioses de la noche y los demonios de las letras tienen otros planes conmigo ahora.

Por estas horas me imagino la misma rutina en todos los bares y boliches de toda la puta ciudad, aquellos mismos que hace tiempo atrás frecuentaba como un advenedizo, como un ladrón que se tiende su propia trampa para que lo agarren mientras se chorea el botín más jugoso de todos: reggaetones explotando desde los parlantes donde reposan los codos de extraterrestres de caras bronceadas en pleno invierno, luciendo inefables morisquetas plásticas mientras alzan sus copas de vino de once pesos en el Super Chino como si fuera Don Perignon, mientras las comparsas de minitas no paran de tirar flashes por los rincones.

Hace un par de días, parte por desición propia y por otro lado ajeno a mi voluntad, volví a adentrarme en las pistas de esos odiosos lugares, donde el ambiente apesta a vacaciones durante la segunda quincena en Mar del Plata, camperas de gabardina y una profunda ética moral y ciudadana pasada la resaca del día siguiente.

Y ahí estaba yo; con mi difusa mirada distorsionada por nefandos químicos, confundido, intentando abordar una escena grotesca, rozando la locura. Aburriéndome con las mismos teatrales comportamientos que había observado con detalle desde que tenía trece años, mientras intentaba personificar mi papel sin nunca poder meterme en la piel de el actor que encarnaba, emborrachándome como si fuera la última vez, hipnotizado por pendejas que iban y venían para todos lados, sin poder cojerme a ninguna. Simplemente no cajaba y sigo sin cajar. Me aburre.

Ni siquiera me parecen lugares fuera de lo común; menos aún fuera de control. Salvo excepciones, y a pesar de sus alardeos y de los noticieros que exacerban todo, esos hangares de la imagen me resultan Iglesias comparadas con otros lugares que he frecuentado.

El motor del accionar humano se mantiene, como a lo largo de toda su existencia, gracias a la estúpidez. Y, lamentablemente, hoy la cúspide de tan preciado tesoro se haya monopolizada por la acción de aparentar; el placer de tener y mostrar. Lo que sea.

Los estúpidos por naturaleza ya no gozamos más el privilegio con el que antaño nos vanagloriabamos. Nos lo han robado y han abierto una monsruosa cadena de montaje con el mismo.


Denle una ametralladora a un mono en un bazar de vidrio y vean lo que es capáz de hacer... denle la estúpidez a la clase moralizante y ya tenemos gobernantes para rato...

Terminó por aburrirme la noche; sin sobresaltos, sin charlas, sin alcohol y sin mujeres alrededor (basta al menos una de las cuatro opciones para zafar) los viernes a esta hora pueden volverse demasiado anodinos para mí gusto. Mi fiel amiga (en realidad somos enemigos desde tiempos inmemoriales; se trata simplemente de una relación amor-odio, que es la que posibilita nuestra sagrada comunión) empieza a relamerse anticipando las lluvia de MPEGs. que está a punto de devorar en un par de horas. Provecho negra.

jueves, 30 de julio de 2009

Salmo


No lo recuerdo con exactitud. Ni siquiera intento hacer un esfuerzo por recordarlo. Pero lo que sí puedo afirmar con seguridad, es que desde aquella primera vez diluída en mi memoria, se trata de la misma sensación que me estremece en cada momento en que escucho ese saxo nuevamente. Una y otra y otra vez.
Llegué a Coltrane por curiosidad, divagando entre el infinito universo jazzístico. Hechizado, anodadado ante tanta belleza; sin entender lo que mis oídos escuchaban y temoroso de lo que no entendía. Preguntándome porque había tardado tanto tiempo en descubrir algo semejante.
Aquel saxo sonaba (y sigue sonando) como algo supremo, como un Amor Supremo. Más allá del bien y el mal, hermoso e interminable, sobrevolando veredas desérticas y hechizando suspiros con inexplicable dulzura.
Sentí aquella súplica y de inmediato comprendí que ese sonido era la verdad; ese sonido lo era todo: la luna sobre los tejados, los amores, el amor, el lugar exacto en el momento exacto en cualquier lugar y momento; cuando lo más simple se vuelve una vida entera en frente de los ojos y comprendés lo incomprensible. Todo aquella magia fluyendo por las venas como un torrente incontenible; una plegaria, un salmo, una explosión. Arriba con los dioses y bien abajo con los vivos.
Una melodía así, la misma que suena al tiempo que mis dedos nerviosos golpean las teclas inquietas, no puede provenir de algo tan fútil como lo es un hombre preocupado en su endeble existencia mundana; es el canto de un alma realmente hermosa que se encontró consigo misma y comprendió ser parte del todo, soplando con fuerza desde la nada misma para contar lo que había descubierto, haciendo más divino el sendero al encontrar el preciso y único instante y regalarlo más fantásticamente que miles de cuentos de hadas e interminables fábulas bizantinas. La pura verdad flotando en calles, habitaciones, cárceles y ciudades, durante siete inverosímiles minutos, mucho más alto que el templo de relojes que se erije sobre los cimientos de la incertidumbre.
Gracias infinitas por tu canto inolvidable, donde tu alma resplandece en 12 notas y mi corazón se funde con el tuyo, donde miles de fabulosas historias convergimos hacia el mismo pasadizo en búsqueda de la misma revelación. Gracias.