miércoles, 20 de mayo de 2009

Los dioses aguardan tranquilos mirando el resumen de mediodía

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Los dioses esperan mirando el resumen deportivo de mediodía.

La vida es caos. Es esa pequeña porción de desengaño, de locura, de desesperación. La incertidumbre que nos posibilita seguir viviendo, dejar atrás aquellos miedos que rondan nuestros patéticos sueñitos oficinescos.

El plan que entreteje nuestra conciencia trabaja para las grandes corporaciones, para terratenientes de espíritus, de estados de ánimo. Sobrevolando con aire espectral las almas más hacinadas en prisiones de lo más efectivas; mundanos disfraces, corbatas cerrojos, autos cárceles.

Verdades bajo la llave de la monotonía de una rutina, sosegando la voracidad del alma y acallando la furia incontenible del ser.

En un mundo que gira en torno al dinero, los hombres giran en torno al dinero. La felicidad gira en torno al dinero. Los planes giran en torno al dinero. La cultura gira en torno al dinero.

Y los corazones buscan otros corazones, pero nunca los encuentran. Y cuando los corazones se encuentran, se dan cuenta que ambos se desgastan al filo del tiempo, a merced de los planes, de la cuerda vida más loca de todas.

La explosión es inminente; la explosión toma formas, se vuelve dolor, se vuelve amor. El amor se desvanece y se convierte en una biblioteca llena de libros de cocina, en una pensión de borrachos soñadores que creyeron ver el amor en la yema de sus índices, y que cuando despertaron de aquel embriagador letargo no vieron más que miles de corazones encerrados en cúbiculos de oficina, empotrados en jornadas laborales, marchitándose al vaivén de un tic-tac tic-tac.

Grandes jefes con olor a bestia, leviatanes de penthouse, pequeñas y cascadas sienes universitarias, académicas, expectantes al primer disparo; pibitas enfundadas en explosivos sostenes, imbéciles de sonrisa Kolgate fresh en apócrifos carteles de neón en la General Paz, omniscientes charlas de chicas judías en celulares con Blue tooth, antisemitas del KKK con cruces ardiendo en sus cuellos rojos de negros blues de Mississippi, viejos crápulas masturbándose frenéticamente pensando en sus nietitas, guachitos en las esquinas rezándole al Gauchito Gil en una nube de base, trenes viejos, trenes nuevos, la luna más alta que nunca sobre la calle más triste de Constitución.

Y dios mirando toda su obra desde la cúpula más perversa sobre el culo más alto del Vaticano: –"Hacen falta más policías." Una familia italiana rezando el risotto en Escalada al melancólico tempo de un tango arrabalero, agradececiendo la educación pública cristiana ortodoxa.

La vida es caos. La vida es simplemente vida. El miedo que sobrevuela los corderos perdidos en medio de la bucólica noche, olfateando a kilómetros la piel del lobo dispuesto a bailar la danza más feroz en medio del negro pasadizo. La vida es un Satán con su cola reposando en el Olimpo más vulgar de todos.