jueves, 27 de agosto de 2009

El Boletín de Alerta Roja de Don Colombia


Repito: HAY QUE TENER CUIDADO. Porque, mientras el culo sangra, por estos días ¿quién sabe cuánto está el huevo más caro de todos? La lógica, mis queridos, es una sola: desenvainen cuando sea el momento y muestrénle el ticket enchastrado al vallet parking. Esa es la fórmula.
Pasaron de moda los truenos y la sacudida ahora la coparon las murenas electrónicas (serviciales a toda buena y santa causa, claro está). Por supuesto, con su ética demoledora de cálculos nerviosos, transpirando petrodólares, ¿quién podría ponérlas en tela de juicio? ¿Ese señor de peluca enrulada? No, si tiene el culo alquilado a un par de ceros en la adición. Bueno queridos, ahí tienen su respuesta.
El mundo está sabroso hoy por hoy y no hay lechón que quiera ceder una costilla (¿vos convidarías, mi muertito de hambre, ñam?)
Los pájaros bajaron el precio de los nidos de primavera en la primera de cambio y armar una rosca cada día se pone más caro. ¿Qué precio pondrías vos?
Ojo!, cuando el ciego pestanea, al otro lado del billar se ilumina la taza del marrano...entonces, ¿será qué el brazo trémulo se tensa ante las moscas? ¿Pero qué pasa cuando el Anófeles, cojedor de todas las mega razas, pincha como la jeringa más dulce de todas en las dermis de los putitos desencantados, en la pija del eunuco que fecunda nuestra naturaleza bastarda? Queridos míos, esa fiebre es solamente suya. Y cuándo la sangren, vuélvanla tinta en mi piel castigada.
Es todo por esta noche, pueden desenchufar el cable de sus licuadoras.

Luciano.
Cadena de montaje

Cada vez
que alguien dice
que voy a morir
no puedo hacer más
que reír
-jijiji-
¿Cómo voy a morir
si, como vos, nunca
nací?
yo soy la continuación
de todas las cosas
prolongación
del Karma
sosteniendo un amanacer
en llamas
en los parques de
Kioto
el flujo
de un río
bañado en
perla oro dominical
pero ¡ay!
si tuviera que elegir
"mi muerte"
de ninguna manera
preferiría oxidarme
en un lecho canceroso
esperando a la muerte
con su ramo de
rosas fuego
de la muerte
no quisiera que esa
GRAN SEÑORA me sorprenda
hundido en un colchón gimiendo
promesas de la Gran Muerte
mi muerte no será
alegoría de la muerte
homeostasis de la muerte
fin de lo biológico
bah bah bah
¡NO!
no me pisará ningún auto
ni me comerá un cocodrilo
oh azarosa muerte
flauta de todo final
y principio
no me podés alcanzar
porque todavía
no decidí cuándo
he de morir
Mi muerte será fantástica
¡yo no muero!
la muerte no existe
aunque creo que la muerte
que muere un niño en
Darfur
con su cuerpecito desnutrido
en bastante real
aunque no sea la misma muerte
que la tuya
ni la mía
todos estamos muertos
al fin y al cabo
pero
si tuviera que elegir
veo que mi final
será esplendoroso
saltando por las
terrazas en la impertérrita
noche
con la miel cargada en
los bolsillos
hasta que un robocop de
ese futuro estúpido
me abata BANG!
el estallido y el casquillo
CLANC
trepando
por encima de las nubes
jajaja
¡SI!
¡qué inefable final para esta
loca diapositiva!
será espléndido
la carcajada final
elegante como el Kremlin
como un tigre en
la espesura
de Bangladesh
bajando en la noche
como un ascensor incendiándose
con mi risa jaja descendiendo
por toda la noche
¡Piro!
¡que mano redentora aquella que
habrá de hacerme inmortal!
¡paradoja!
y cuándo mi sangre golpeé
el piso
no habrá más que
fractales
explosiones policromáticas
toda la historia del mundo
proyectándose en un halo
de luz divina
los vecinos mirándo mi redención
por la ventana
esculpiendo mi féretro de plumas
cincelando mi lápida
"yace aquí el que nunca moriría"
mientras mi risa anega
desde los cielos
y se expande como
un misil
en el ojo
de la noche
ja

ja

ja

jaja

ja
ja

jaja.

jueves, 20 de agosto de 2009

"Es verdaderamente asombroso cuanta fuerza podemos extraer del interior de nuestras almas, imagino que esta fuerza sería suficiente para mover montañas, levantar de nuevo nuestras botas y caminar felices nada más que por la fuente de poder que habita en nuestros huesos."

J.K

viernes, 14 de agosto de 2009

Melopea de un miércoles

Borracho un miércoles
Borracho un jueves
¿Qué más da qué día es?
si estoy borracho todos los días
todo el tiempo
prefiero ser un borracho perdido
a un sobrio amante de frívolas pasiones
prefiero ver el mundo
desde una odísea de vino reveladora
que desde una calculadora fría
desde el más lujoso de todos los Apart Hotel
prefiero verte lejana
fría como las estrellas
como avellanas de hielo
como corazas de mimbre
a verte cercana en un manto helado
con tus ojos congelándome
como osos polares acurrucándose
en medio de inmediatos cielos australes
fríos como escamas cegadoras
de serpientes que no imagino
pero que reptan
en lo más hondo de mis más profundas y delirantes fantasías
Implosión

la desesperada presunción
de intentar ser
y frenar el instinto animal
como un muro resquebradijo
intenta frenar la inexorable
furia de una corriente
combustión desde el alma
abrigo de cinturón de estrellas
que no cierra
develando el útero
donde embrionan recelosos
los sueños
Guiones

Ay, ¿qué pasa con
todas esas mentes radiantes?
¿En qué están pensando?
¿Y todas esas piernas,
esos brazos y ombligos?
¿Hacía dónde se arrastran
tras su imprecisa dinámica?
¿y esos labios bocas cabellos?
¿Qué clase de hechizo embrujó
tales perfectas fantasías?
Ay, ¿y son acaso más sensibles
que los cascos de los barcos
oxidándose por el viento
en los puertos agotados de magia?
¿O de las inocentes sonrisas
de un torbellino de infancias perdidas?
¿Son sus secretos profundos cómo los mares?
¿Cómo la mirada de vidrio de
un viejo curda sobre su vaso de arañas?
Yo no sé nada de mentes radiantes,
pero tampoco oí nunca
de monos con chalecos de piel
ni de soles manejados por
diamantes que regulan sus propios brillos.
La vida gira en un tambor de seis agujeros,
truenos que apuran a la vieja espera
bien adentro en la carne trémula,
en el matadero de todos los cielos.
En esta película de malos,
donde la muerte es gratis
y los premios se los queda
el sultán que más gordo ríe,
yo soy un actor sin talento,
otro cínico que mira desde el otro lado
de la gran vidriera de las novedadades de la vida
Poesía en un jardín de gardenias

Preámbulos monólogos
gritos súplicas
el discurso constante
de la desesperación humana
me aburre
tendió a agotarse hace rato
como las flores
de las gardenias
agotan sus pétalos y
el invierno extingue el
fulgurante átomo de sus vidas
el hombre extingue
la verdad de las
palabras
en inverosímiles
cadenas asociativas
en cálculos
en estadísticas
la eterna línea
que dibuja cuentos
que se transforman
en profesiones
Quiero tomar estas
palabras y desnudar el
universo simbólico
Urano y Neptuno
aquí a mí lado
como gardenias en mi
jardín de sueños
cósmicos
Carmesí

Desde tus caleidoscópicos ojos
observo las galaxias,
híbrido de estrellas
siempre más allá de donde me aprisionas,
iridiscentes cataratas como explosiones,
sentado, desnudo, solo sobre el tiempo
de tu efímero reloj de arena
yuxtaposición melodramática de inconexos recuerdos
que estallan desde tus labios carmesí
y mi alma en la palma de tu mano
brillando como un marfil

sábado, 8 de agosto de 2009

¿Qué te vas a poner?

Aquí estamos, una vez más. Yo y mi fiel e insepareble amiga; este artílugio de circuitos, luces y trasnsitores que nunca llegaré a entender con presición. Es el precio que hay que pagar para encomendarse a los lujos inimaginables de esta antropomórfica maravilla que alberga en sus entrañas a la nueva biblioteca de Alejandría.

Me resulta extraño teniendo en cuenta el día y la hora no estar pasado ya de copas; en realidad, el hecho de no haber ingerido ni siquiera un solo cóctel ya me resulta demasiado desconcertante.

Pero no. Esta no es una noche para eso; no es una noche para celebrarse a uno mismo (si de eso se trata, me asumo como un avezado en la materia). No, hoy no; los dioses de la noche y los demonios de las letras tienen otros planes conmigo ahora.

Por estas horas me imagino la misma rutina en todos los bares y boliches de toda la puta ciudad, aquellos mismos que hace tiempo atrás frecuentaba como un advenedizo, como un ladrón que se tiende su propia trampa para que lo agarren mientras se chorea el botín más jugoso de todos: reggaetones explotando desde los parlantes donde reposan los codos de extraterrestres de caras bronceadas en pleno invierno, luciendo inefables morisquetas plásticas mientras alzan sus copas de vino de once pesos en el Super Chino como si fuera Don Perignon, mientras las comparsas de minitas no paran de tirar flashes por los rincones.

Hace un par de días, parte por desición propia y por otro lado ajeno a mi voluntad, volví a adentrarme en las pistas de esos odiosos lugares, donde el ambiente apesta a vacaciones durante la segunda quincena en Mar del Plata, camperas de gabardina y una profunda ética moral y ciudadana pasada la resaca del día siguiente.

Y ahí estaba yo; con mi difusa mirada distorsionada por nefandos químicos, confundido, intentando abordar una escena grotesca, rozando la locura. Aburriéndome con las mismos teatrales comportamientos que había observado con detalle desde que tenía trece años, mientras intentaba personificar mi papel sin nunca poder meterme en la piel de el actor que encarnaba, emborrachándome como si fuera la última vez, hipnotizado por pendejas que iban y venían para todos lados, sin poder cojerme a ninguna. Simplemente no cajaba y sigo sin cajar. Me aburre.

Ni siquiera me parecen lugares fuera de lo común; menos aún fuera de control. Salvo excepciones, y a pesar de sus alardeos y de los noticieros que exacerban todo, esos hangares de la imagen me resultan Iglesias comparadas con otros lugares que he frecuentado.

El motor del accionar humano se mantiene, como a lo largo de toda su existencia, gracias a la estúpidez. Y, lamentablemente, hoy la cúspide de tan preciado tesoro se haya monopolizada por la acción de aparentar; el placer de tener y mostrar. Lo que sea.

Los estúpidos por naturaleza ya no gozamos más el privilegio con el que antaño nos vanagloriabamos. Nos lo han robado y han abierto una monsruosa cadena de montaje con el mismo.


Denle una ametralladora a un mono en un bazar de vidrio y vean lo que es capáz de hacer... denle la estúpidez a la clase moralizante y ya tenemos gobernantes para rato...

Terminó por aburrirme la noche; sin sobresaltos, sin charlas, sin alcohol y sin mujeres alrededor (basta al menos una de las cuatro opciones para zafar) los viernes a esta hora pueden volverse demasiado anodinos para mí gusto. Mi fiel amiga (en realidad somos enemigos desde tiempos inmemoriales; se trata simplemente de una relación amor-odio, que es la que posibilita nuestra sagrada comunión) empieza a relamerse anticipando las lluvia de MPEGs. que está a punto de devorar en un par de horas. Provecho negra.