martes, 6 de agosto de 2013

Libertad: Uso y abuso

La condición necesaria es estirar el espíritu. Bucear en los océanos de la incertidumbre tras la proclama febril que se agita desde los huesos: la sincronía con el tiempo sideral y cósmico, la desmantelación total y expresa de la conducta represiva, de los atavíos que demoran la corriente transgresora, lúdica e introspectiva que necesitan los corazones, libres.
La bandera enarbolada por los voraces glotones de la burocratización del alma debe ser terminantemente aletargada por la inspiración del humano libre: es nuestro pan y derecho, nuestro menester, nuestra responsabilidad y riesgo.
La libertad supone el riesgo como chispa, la entrega total como hoguera, como consuelo ardiente a la zozobra de las concesiones represivas que la cultura de acumulación se adjudica como fuerza y motor hacia la deshumanización, hacia el mercantilismo de nuestras capacidades y relaciones.
Es la libertad el consuelo infinito de quienes la buscan, el destino fatal y último de quienes la proclaman.