-Cana de mierda y la re puta que te parió –explotó Marco–, ¡te voy a cagar a trompadas pelotudo, forro de mierda! ¡Yo me voy al carajo!.
Empezó a caminar de nuevo hacia la avenida, hecho una furia, sintiéndose ultrajado una vez más por un policía de mierda, esta vez realmente dispuesto a irse pese a cualquier advertencia del oficial.
De repente, una estela azul se acercó desde lo lejos y como de la nada, apareció un patrullero que se puso al lado de Marco, apenas a unos escasos metros de donde se encontraba el ambulante policía.
-Caballero ¿Qué está pasando acá? –espetó un policia de cara rubicunda y de gran espectro que se apeó del patrullero que apenas se movía–
-Este caballero no tiene los documentos; no quiere acatar ordenes y se ha revelado contra mi autoridad. Además intentó abordarme con propuestas indecentes. No se deja requisar, debe tener algo o estar drogado por la manera que reaccionó cuando lo detuve –se adelantó a Marco el policía que lo había insinuado momentos antes–.
Marco estalló como un volcán y quiso patear en la cara a ese imbécil de ojos azules que llevaba la gorra con la diadema de la Federal incrustada en el centro de la misma: -¡Vigi de mierda y la re puta madre que te parió! ¡Te voy a partir la ñata la concha de tu madre! ¿Qué me querés embocar a mí, la concha de tu hermana? ¡Sádico! ¡Corrupto de mierda!
Los dos policias de apoyo se abalanzaron sobre él, como dos lobos hambrientos sobre su presa. Marcó se vió en medio de ambos y trató de resistirse: -Ey loco, ¿qué hacés? Ey, suéltenme! ¡No me pongás la marroca, loco! ¡La concha de tu hermana? Ey, ¿qué hacen? ¡No estoy haciendo nada! ¡EY! La put…..
El sonido seco se oyó como un tibio golpe sobre el parche de un tambor gastado en el medio de la ahuecada noche. De repente se hizo un silencio y se escucharon las puertas del auto abrirse y cerrarse bruscamente; luego se oyó el siseo que la estela de la patrulla dejó zumbando en el aire fresco en la noche de primavera, alargándose al desplazarse el móvil.
El oficial se puso en marcha nuevamente hacia Avenida del Libertador , mientras un silbido muy fino acompañaba el constante tac-tac de sus lustrados zapatos, bajando nuevamente hacia la plaza.
Excelente relato... lo que resuena en mí al terminar de leerlo es "..tuve que matar a un policía...no tuve opción...lo tuve que matar.."
ResponderEliminarOh sí...Walter...protegenos.
Me gustó que dentro de una estructura buena y ligera, puedas mezclar erotismo, morbo, terror...
ResponderEliminarMe gustó mucho Pablo, creo que vas por un estilo muy bueno. Saludos
Muchas gracias a ambas! Saludos desde el planeta tierra.
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