Meto la mano en mi bolsillo pringoso
Y saco una colmena de versos
Helándose
Secos en la punta de mi nariz
Un boleto golpeado
Grita fiero desde mi galera
De sardonia
Con muecas de ironía
Se baja con
Su ancha boca en grito
Como cuando
Abre el culo
Y los muchachos se
Entretienen
Con su talquito Rococó
Del altiplano
El verbo relegado
En la esquina filosa
Se deshace en espasmos
Orgiásticos, pantagruélicos
El sordo lo mira
Le tira una oreja y
Se prende fuego en
La noche ponzoñosa
¡Se agotó mi acopio
De tornillos en la garganta!
¡Una cascada de metal
Endulazando toda mi laringe!
Y mi nariz se congela como el Gobi
En una trémula noche de invierno
Subido a la giba de un dromedario
De nieve
Nuevamente
Corolarios encaramados
En las coronillas de los hombres
Me hacen reír hasta los dientes
Más teatro para la cueva del miedoMás preámbulo
Para la espera paciente
En la antesala de la eternidad
Ya lo dijo aquél ruso
loco
¡Las tabernas no asustan a nadie, ja!
Es bueno recordar
Que
Con un sonido seco
Se lo hizo saber a todo el planeta
También al eco final de la taberna
Más lúgubre de todas
Tambaleándose
Por lo menos otro millar de
Sucios años nuevos
En mi ilusa galera
De plomo reluciente.
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