Las imágenes son demasiado parecidas. Pero creo comprender: por momentos me siento el mismo guacho de entonces, sin nada, vacio. Hay una verdad: soy yo; soy un guacho. Pero no afirmaría nada respecto a ningún vacio.
Es un momento de templanza, de fundición, de sangrado y de festejo, el momento correcto de hincar el diente en el banquete. Llenarse la panza, saciar los dientes y los retorcijones del estómago.
Es el momento correcto de bailar desnudo con la muerte y proclamar por el voto universal a la totalidad, al desapego de todas las sensaciones; un voto por la eternidad y la salud, la locura y la vida desbordante.
El mismo guacho, pero ahora relacionado a la idea suprema de querer vivir, aceptar el dolor tan profundamente como sea posible, para volver a emergir de las costras del dolor como he visto a el Orinoco emerger pronto desde las orrillas pantanosas.
Hoy, sé que doleré, porque cada día nazco, y comprendo que el sol sufre al parir a sus hijos cada día, cobijarlos bajo su lumbre, darles calor. Sin pretender, espero a quemarme.
Ya no soy yo el que escribe. He perdido mi identidad y ahora vago por la inmensidad de la hoja, galopando el blanco, intentando llenar el vacio con las letras. Es imposible: NUNCA HABRA PALABRAS SUFICIENTES PARA PODER ABARCAR EL SILENCIO
Cuando nos veamos, ahora, pronto, ¿podremos darnos un abrazo?
ResponderEliminarSí, podremos.
EliminarChe... Leerte luego de aquel tiempo fortuito, cuando las cascadas eran vino. En que tierra te encuentras?
ResponderEliminarTe abrazo
Edwar
Hola,loco. Sì,lo recuerdo...era deliciosamente embriagador.
EliminarAbrazo desde Uruguay.